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LITERATURA INFANTIL


Los Gigantes De Sumpa
 

Leyenda Indígena de la Provincia del Guayas
Recogida por Agnelio de Oliva del Taller Quipucamayoc Catari
Recopilada por Gabriel Pino Roca.
Adaptación literaria Rafael Díaz Icaza.
Ilustraciones de Enrique Tábara

 
 

“En tiempos muy lejanos (tan distantes que ni el más viejo de los narradores de cuentos y leyendas podría precisar), había en la población de Sumpa (lo que hoy es el cantón de Santa Elena) una especie de rey o cacique, muy admirado y  respetado por su valentía y talento, a quien llamaban TUMBE.

Dicen las leyendas, que inmediatamente acabado el Diluvio Universal, llegaron a Sumpa algunos de los primeros hombres que poblaron la Tierra. Y como la encontraron buena para la vida humana y pródiga para la agricultura y pesca, se establecieron desde la orilla del mar, hasta bien avanzado el interior.

Tumbe tenía dos hijos, Quitumbe y Otoya. Como era un gobernante emprendedor y ambicioso, envió una expedición a Quitumbe, con el encargo de descubrir nuevas tierras y añadirlas a su reino. Y Quitumbe las descubrió, tanto al norte, como al sur.

Fundó el pueblo de Tumbes y puso los cimientos de algunas ciudades importantes como la que después sería la bella Quito.

Catari, un antiguo narrador de historias (de esos que antes de la llegada de los españoles eran llamados quipucamayos) afirmaba que Quitumbe dejó un descendiente llamado Guayanay, padre de Atau, quien a su vez engendró a Manco Capac, primer monarca del Perú.

A la muerte de Tumbe; le sucedió en el mando su hijo segundo, Otoya, valiente y esforzado, pero cruel, además de aficionado a las bebidas alcohólicas y otros vicios. Fueron tantos sus abusos y maldades, que un grupo de sumpeños descontentos su unieron secretamente para darle muerte y así librar a Sumpa del tirano. Mas,  Otoya fue alertado a tiempo y tomó venganza de sus enemigos quitándoles la vida.

Un día sorprendió a Otoya un grupo de aborígenes con noticias inquietantes, habían divisado en el mar, cerca de las costas una inmensa balsa. La tripulaban sujetos de tamaño descomunal; tan grandes como dioses o demonios. El mas corpulento de los sumpeños apenas alcanzaría a llegar a sus rodillas. Sus cabezas eran de tamaño de hombres pequeños.
Sus bocas parecían aberturas de toneles. Tupidas selvas de cabello colgaban a sus espaldas. Cada brazo parecía un largo arbusto o una boa. Los ojos eran saltones y rojizos. En sus orejas podían caber pequeños gatos.

Varias veces hicieron frente los valerosos sumpeños a los gigantes. Pero fue vano sacrificio; equivalía a pelear armado con una aguja frente a alguien que llevaba una espada o una lanza.
Esos actos valientes terminaron siempre en desbandada despavorida de los naturales. En respuesta aquella resistencia, los gigantes aumentaron su crueldad.

Disgregaron a los sumpeños, obligándolos a esconderse en la montaña o en cuevas conocidas únicamente por ellos.

Y fueron tantos los crímenes de los gigantes llegados a Sumpa de quien sabe que remitas tierras. Y fueron tantos los clamores de los Sumpeños. Que Pachacamac, el dios a quien veneraban, amaban y gemían, envió a un emisario con el encargo de salvarlos.

Vino éste armado de una flecha incandescente, con la que liquidó a los invasores. De los gigantes grandes como casas y crueles como fieras, quedaron únicamente huesos calcinados, que fueron cubiertos por la tierra. Osamentas que en diversas oportunidades han sido descubiertas por arqueólogos y atribuidas a animales que habitaron el planeta antes del Diluvio.

Cuando vayas a Santa Elena –la antigua y privilegiada Sumpa- pide que te lleven a conocer las descomunales Sillas o Troncos y las profundas Cisternas o Pozos de los Gigantes. Los abuelos de los más viejos habitantes de la región aseguran que tales construcciones fueron labradas de las rocas por los formidables invasores.

LOS HABITANTES DE SUMPA

Pueden catalogarse como habitantes de Sumpa (actual península de Santa Elena) a las culturas prehispánicas de Valdivia (4300 A.C.), Chorrera (1800 A.C. a 700 A.C.), Guangala (500 A.C a 500 D.C. ) y la Confederación de Pueblos Manteño –Hancavilca (500 D.C a 1500 D.C.).
Lamentablemente por las enfermedades traídas por los conquistadores españoles, para las que no tenían defensas, se exterminó gran porcentaje de esta población. Eran culturas muy ricas, sus vestigios se pueden apreciar, de manera secuencial, en los diferentes museos del paía, y en especial en el Museo de Sitio de Salando.

Actualmente, a estos pobladores se les denomina “Montuvios” y de su idioma quedan solamente los nombres de diferentes pueblos, lugares y sitios.






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ENRIQUE TABARA

Nace en Guayaquil en 1930. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad.
Envía sus primeras obras al Salón Nacional de Quito en 1951 y en 1953, realiza su primera exposición personal en Guayaquil. Sale becado por el Gobierno Nacional de España, radicándose en Barcelona e 1955. Entabla amistad con J. Brossa, A. Tapies, M. Cuixart y el galerista RENÉ Metrás, integrándose al movimiento informalista Español. En 1959, gana el premio suizo de pintura abstracta y realiza exposiciones personales en varios países de Europa y Asia. Representa a España en la Feria Mundial de Nueva York y expone junto con Miró, Dalí y Granell. En 1064, luego de una actividad intensa realizando varias exposiciones en diferentes países de Europa, retorna a América. Expone como invitado en la Unión Panamericana de Washington y luego en el Museo de Arte Moderno en Bogotá.

Desde entonces, se radica en el Ecuador con salidas eventuales a exponer en otros países de América. Gana varios premios nacionales y, en 1968 integra el grupo VAN en Quito. En 1989 gana el segundo premio de la Bienal Internacional de Cuenca. Es considerado uno de los pintores más importantes del Ecuador y de América.

RAFAEL DIAZ ICAZA

Poeta y Escritor. Nació en Guayaquil el 24 de octubre de 1925. vivió y estudió en Riobamba y Guayaquil. A partir del tercer curso ganó todos los años el Primer Premio del Concurso de Literatura.

Consideró a Joaquín Gallegos Lara su maestro en humanismo. Trabajó por varias temporadas en el Diario el Universo entre 1944 y 1951 y luego de manera permanente.

En 1947 se graduó en el Colegio nacional Vicente Rocafuerte. Su primer poema “Kaleidoscopio” fue publicado en el periódico “Nosotros” de este plantel. Tras triunfar en numerosos concursos literarios nacionales, integra el Grupo Madrugada, que publicaba una revista del mismo nombre. Triunfó en un Concurso Internacional de Poesía, Cuento y Ensayo convocado por la Academia de Letras Castellanas del Instituto Nacional de Santiago de Chile.

Entre sus libros más importantes encontramos “Cuadernos de Bitácora”, “Las Fieras”, “EL regreso y los Sueños”, “Rostros del Medio”, “Botella del Mar”, “Los Prisioneros de la Noche”, “Tierna y Violentamente”, “Zona Prohibida”, entre otros poemarios y novelas.

Fue Presidente de la Casa de la Cultura en 1979. Ganó premios destacados en la literatura nacional e internacional. Hace crítica literaria y ha ejercido la cátedra de Literatura por más de treinta años. Es uno de los poetas ecuatorianos de mayor calidad, a la par de narrados de excelentes textos.
 
FUNDACIÓN HALLO - EDICIONES DEL SOL
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QUITO - ECUADOR
 

 

 
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